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viernes, 2 de diciembre de 2011

¿Será un Mito: ¡los alumnos no leen!?

Frase repetida por casi todo el colectivo docente de cualquier nivel.  ¿Cuántas veces la hemos repetido? De ahí que como consecuencia, continuamos  comentando: la falta de suficiente capacidad de interpretar textos, sintetizar, elaborar, conceptualizar y argumentar, entre otras. Probablemente no leen lo que nosotros entendemos que deberían leer y de la forma que a nuestro criterio, es el adecuado. Esta afirmación quizás, tenga que ver con nuestro “historial” como lectores desde la infancia. Desde revistas de chistes y aventuras que canjeábamos por unos pocos pesos en el kiosco del barrios hasta los textos específicos usados en nuestras carreras con horas en una biblioteca. Era lo que nosotros teníamos a nuestro alcance, una forma de entretenernos, de avanzar, necesario y lo incorporamos como hábito. Pero ellos leen otros materiales y en otros soportes que no terminamos de captar el mecanismo. Nuestras cabezas están formadas de otra manera y bueno… creo que en la mayoría de los casos ha dado sus frutos y buscamos que eso suceda en nuestros estudiantes con los cuales nos sentimos responsables de parte de su formación.  El problema está en buscar la manera para que esas formas de lecturas estén encaminadas a mejorar los aprendizajes que nosotros como docentes creemos que deberían ser.  El “para qué” queda claro en lo antes escrito pero,  ¿cómo hacer que los jóvenes leean?.  Me gustó y estoy de acuerdo en casi todo lo que expone Carmen Galbusera Testa al respecto (en Reflexión Académica en Diseño y Comunicación Nº IX [ISSN: 1668-1673], XVI Jornadas de Reflexión Académica en Diseño y Comunicación 2008. Año IX, Vol. 9, Febrero 2008, Buenos Aires, Argentina). La autora se pregunta: “¿Existen realmente tales “crisis de la lectura” y “crisis de lectores”?...  Tal vez sea el momento de empezar a hablar de un nuevo tipo de lector: el modelo de un “cíber-lector“en el que se convertirán nuestros chicos del futuro.
Nosotros como educadores tenemos una responsabilidad ineludible en crear hábitos casi como sea, en nuestros estudiantes. “Uno se hace lector como consecuencia de azares y determinaciones personales, pero también como resultado de largos procesos educativos”. (Juan Mata, 2004).

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